Cara
al sol
La luz del sol me acuna en la cabina.
El arrullo del motor me relaja. Por la radio se dan las ultimas
ordenes. Ya se intuye en el horizonte la figura de los bombarderos
alemanes. Madre, perdóname por alistarme en el ejercito sin tu
consentimiento pero tengo que vengar la muerte de Anthony y
protegerte de esos canallas. ¡No volverán a bombardear otra ciudad
nunca más!
Un abrazo y hasta la próxima entrada.
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