DOS SANTANA EN EL 39
A finales de otoño de 1939, un par de hermanos tratan de cruzar los Pirineos, al igual que muchos otros republicanos. Se salvaron de milagro en el descalabro de la batalla del Ebro, a duras penas consiguieron salir de una pieza. Manuel, el pequeño, era artillero y su batería fue atacada por la aviación del bando nacional. Lorenzo, el mayor, formaba parte de una brigada de infantería y participó en la ofensiva principal. Casi se ahoga al volver a cruzar el Ebro en busca de su hermano.
No están equipados para el frío y la nieve, casi no pueden mover los dedos. En ese momento, Manuel cae al suelo. Ha cedido una roca cuando la pisaba y se ha roto la pierna. Lorenzo le ayuda a incorporarse y, al cobijo de unos arbustos, le entablilla la pierna con la ayuda de unas ramas y los cordones de las botas. A trancas y barrancas, rabiando, continúan el avance. Deben llegar a Francia.
-Lorenzo, por favor, déjame.
-Ni en broma, ya estamos cerca.
-No me veo capaz de llegar.
-¡Lo harás!
-¡No puedo!
-Lo harás por Pepín, Querubín y los demás, por tu futura esposa y nuestros padres. Lo harás por mi. A saber qué les harán los nacionales si los atrapan. Debemos cruzar la frontera, reorganizarnos y volver a la lucha.
La arenga, acompañada de una colleja, ayudó a Manuel a seguir adelante. Aunque no esperaban que los metieran en un campo de concentración al llegar a Francia. Se fugaron y volvieron a su tierra, a San Vicente del Raspeig. Vivieron ocultos y continuaron resistiendo hasta que no les quedó más remedio que entregarse. Lorenzo acabó en un campo de concentración en el norte de África, mientras que el pequeño tuvo que volver a hacer la mili. Al final fueron libres, pero nunca terminaron de rendirse.
Un abrazo y hasta la próxima entrada. Lo sé, soy un pesado, no os doy más la murga. XD